

Tektalk: charlamos con Tatiana Kisiel sobre endometriosis



01.06.25
Charlamos con Tatiana Kisiel sobre endometriosis
Tatiana Kisiel, modelo y creadora de contenido, se sinceró con su comunidad al hablar sobre la enfermedad que padece: endometriosis. Se trata de un diagnóstico que afecta en España a aproximadamente dos millones de mujeres, entre el 10 % y el 15 % de las que se encuentran en edad fértil. Además, su detección puede tardar entre siete y nueve años desde la aparición de los primeros síntomas. Este retraso se debe a varios factores: la normalización del dolor menstrual, la falta de formación específica, la confusión de los síntomas con los de otras patologías y la invisibilización del dolor femenino, que históricamente ha sido minimizado en el ámbito médico.
Este retraso en el diagnóstico puede tener consecuencias importantes, como el empeoramiento de la enfermedad, dolor crónico, infertilidad y un impacto negativo en la salud mental y en la calidad de vida. Como explica Tatiana, es una enfermedad con la que ha convivido desde muy pequeña, ya que su madre también la padeció: «Mi madre, cuando yo tenía 12 años, tuvo cáncer de ovario [...] En Cataluña no la querían operar en ningún sitio; le dijeron que ya estaba muerta».
Sin embargo, no se rindieron y lograron encontrar una clínica especializada en cáncer de ovario en Madrid, donde un médico pudo operarla. Fue un periodo doloroso al que tuvieron que enfrentarse tanto Tatiana como su madre, tal como ella misma continúa relatando:
Tatiana: «Tuvo que someterse a dos operaciones de 14 horas. Quedó en coma después de las intervenciones, porque fueron devastadoras. La abrieron desde el esternón hasta abajo, de arriba a abajo. Tenía 21 tumores, necrosis… Lo suyo fue algo realmente duro, muy heavy, y allí lograron salvarla».


01.06.25
¿Cómo descubriste que tenías endometriosis?
«Bueno, yo, en una revisión ginecológica normal, la ginecóloga me dijo: “¿Sabes que tienes endometriosis?”. Y le dije: “No, no lo sabía”. Y me dice: “Sí, tienes aquí tejido adherido y, además, un pequeño endometrioma”. Me dijo que medía tres centímetros. “No es preocupante —añadió—, pero si crece, sí lo es". Porque cuando crecen es cuando pueden volverse malignos y tal. Entonces, me dijo que había que controlarlo mucho y que, sobre todo, si me dolía, la llamara con urgencia. Total, salí de esa consulta —creo que era septiembre o así—, me fui a mi casa de la costa, y a las dos semanas sentí un dolor muy fuerte al hacer pipí, y también de forma normal, como si tuviera la regla muy fuerte, pero no la tenía. Entonces dije: “Uy, como la ginecóloga me dijo que si me dolía fuera, voy a pedir hora de urgencias“. Fui otra vez de urgencias y el endometrioma había crecido a diez centímetros. En cuestión de dos semanas había más que triplicado su tamaño. Fue muy heavy lo rápido que creció. Me dijo: “Esto hay que quitarlo. Vete al hospital que prefieras y que te lo quiten, porque esto es peligroso“. Si se revientan estos quistes de endometriosis, que están llenos de sangre —por eso se llaman quistes de chocolate—, es una liada, porque limpiarlo todo después no veas».
«Justo el día antes me volvieron a hacer la prueba de marcadores tumorales, que es la que te indica si el quiste es benigno o maligno, y salió un pelín positivo en cáncer de ovario. Lo que pasa es que, me parece, era un 0,2 %, algo superbajo. Y como me lo detectaron muy a tiempo, lo quitaron limpio y no me tuve que hacer quimio ni nada. Pero si no me lo hubiera estado controlando, y simplemente hubiera pensado que era un dolor normal y ya está, pues probablemente habría tenido cáncer.»


01.06.25
¿Cómo te afectó la enfermedad de tu madre y luego tenerla tú?
«Fue muy duro, sobre todo volver al mismo hospital en el que había estado hace diez años, donde lo pasé muy mal porque mi madre estaba entre la vida y la muerte. Fue muy duro revivir todo aquello. Aun así, yo no me veía en la misma situación que mi madre, porque pensaba: “Yo he sido más prudente que mi madre y siempre he llevado las revisiones y todo superarrajatabla, y gracias a eso sé que no pasaré por lo mismo que ella”. Pero, obviamente, ostras, cuando vi el marcador tumoral con “cáncer de ovario” en negrita, lloré. Pensé: “Guau, he heredado este gen”, porque tengo una hermana y ella no tiene nada de esto, pero yo sí. Entonces pensé: “He heredado el gen de mi madre”. Al final también tengo varias abuelas y tatarabuelas que han tenido cáncer de ovario. Es hereditario. Entonces fue chocante decir: “Ostras, lo he heredado”, y ya no solo por mí, sino por pensar: “Ostras, si el día de mañana quiero tener hijas, quizá lo hereden también, porque yo lo tengo”. Entonces es un poco duro psicológicamente, pero creo que es una situación, dentro de lo que cabe... Yo siempre me digo a mí misma: “Podría tener una enfermedad peor”, porque al final la endometriosis no me parece la peor enfermedad del mundo. Intento calmarme con eso, diciéndome: “Sí, es una enfermedad que rápidamente se puede convertir en cáncer de ovario, pero si te lo controlas, llevas un buen estilo de vida, etcétera, no debería pasar... no debería”. Sí, bueno, entonces esa es como mi tranquilidad: decir “Ostras, sí, tengo el gen, pero yo haré las cosas mejor que mi madre”. Mi madre, al final, fuma, no hace deporte, no come bien, no lleva sus revisiones al día... Entonces, claro, ella al final compró todas las papeletas para que eso sucediera. Pero yo llevo una muy buena alimentación, un estilo de vida muy saludable, también me cuido mucho psicológicamente —ya sea haciendo muchas actividades al aire libre, con terapia, meditando, lo que sea—. O sea, yo soy muy, muy superconsciente de cómo cuidarme, ya no solo para no tener cáncer, sino para no tener ninguna enfermedad. Porque es que, al final, el estilo de vida es donde empiezan la mayoría de las enfermedades. Sí, obviamente hay un factor genético, pero depende muchísimo de lo que tú hagas con tu vida. Entonces ahí es donde yo encuentro mi calma.»


01.06.25
¿Por qué decidiste contar tu historia en redes sociales?
«Pues porque al final pienso que, gracias a que yo tuve la conciencia de ir a las revisiones, me libré de pasar por un cáncer. Quería concienciar a todas mis seguidoras de lo importante que es ir a las revisiones y controlarse todo, de no pensar “Ah, no, simplemente es un dolor de regla normal” y dejarlo pasar. Siempre, siempre hay que ir al ginecólogo, aunque nos asuste. A mí tampoco me gusta ir, a veces te hacen daño —sobre todo cuando tienes endometriosis y tienes todo el tejido adherido—, no es agradable. Pero es que, al final, es tu vida, y aunque da un poco de miedo, hay que ir, porque eso es superdecisivo en cómo vas a pasar tus siguientes meses, en cómo vas a lidiar con esa situación. Puedes lidiar con ella desde el principio y que todo sea mucho más fácil, o puedes lidiar con ella de manera mucho más difícil, o incluso que sea demasiado tarde y ya te mueras. Es que, claro, al final yo tuve el ejemplo de mi madre, de tantas veces que le dijeron: “Es que si hubieras venido antes, en vez de 21 tumores sería uno”. Claro, a mí eso me quedó, y yo pensé: todo el mundo debería ser superconsciente de ir al ginecólogo, porque no es una broma.»
Una entrevista intensa, emocional y reivindicativa, en la que se enfatiza la importancia de informarse sobre la endometriosis y acudir a revisiones ginecológicas regulares. Por ello, desde Tekderma Wellness hemos querido invitar a Tatiana Kisiel a participar en nuestra próxima Tektalks sobre endometriosis, de la mano de nuestra ginecóloga María Platero. Tatiana continuará compartiendo su experiencia y escuchando al resto de participantes para alzar la voz por la salud femenina.
Además, la doctora Platero explicará en detalle qué es la enfermedad, cuáles son sus síntomas y qué tratamientos existen actualmente. Inscríbete de forma gratuita a través de este enlace y acompáñanos en una merienda donde seguiremos compartiendo vivencias y aprendizajes.
¡Te esperamos en nuestra próxima Tektalk el 17 de junio a las 18:30!